miércoles, 31 de agosto de 2016

Contigo, pan y cebolla


Contigo pan y cebolla

 

 

        —¿Otra vez? ¿Otra vez pan y cebolla? ¡Estoy harto! —protestó, y dio un golpe sobre la mesa.

        —¡Y... bueno, qué querés! Mamá no quiso que aprendiera a cocinar, porque decía que era una esclavitud —se defendió ella.

El tenía hambre, así que, comió igual. Pero, eso sí: le puso de todo.

Mostaza, aceite de oliva, romero, pimienta.

Y al pan, dulce de leche.

Y bajó todo con un buen moscato.

Mientras tanto, ella pensaba: "¡Total, cuando él no esté, me pido unas porciones de caprese, napolitana, muzza...! Lo que sea. Cualquier cosa menos fugazzeta."

2012
 
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Gratificaré devolución
 
Gratificaré devolución o cualquier dato acerca de un celular "piel de pantera" XC32, extraviado en el barrio de Palermo Soho.
En el momento de su desaparición, llevaba antena baja, batería recién cargada, y tiene una rayadura entre el 6 y el 0.
Dueña desesperada, grave depresión, debió ser hospitalizada.
 
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Gente de color
 
 
—Maaa... ¿cómo es el color de la gente?
—Yyyy... es... es verde.
—¿Verde, ma? ¿La gente es verde?
—Sí, claro. Y violeta y roja...
—¿En serio, ma?
—Por supuesto. Tu madre habla muy en serio cuando habla de la gente.
Minina Madre se quedó pensativa.
Se atusó los bigotes y no se movió por largo rato. Quería darle unas vueltas a ese asunto de los colores de la gente.
La pequeña, en cambio, no tenía dudas sobre su identidad gatuna y, después de unos momentos de quietud, se distrajo con una hoja dorada que arrastraba el viento. Mientras intentaba seguirla, se olvidó del tema.
No tenía importancia porque, ¿no dicen, acaso, que de noche todos los gatos son pardos?
El problema, entonces, no es otro que la luz del sol.
 
 

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